NOMBRE CIENTÍFICO: Vanellus chilensis
Fotos tomadas en la reserva Parque 20 de Febrero de Villa 20
Material compilado y revisado por la educadora argentina Nidia Cobiella (NidiaCobiella@RedArgentina.com) EL TERO
El tero -Belonopterus cayennensis lampronotus- es un ave de la familia de los Charádridos (con 16 especies en la Argentina), muy común en nuestro país. Su presencia es típica en las proximidades de lagunas o cañadas, al acercarse el observador a ellas, casi con seguridad lo primero que notará es a los teros, con su característico plumaje y sus gritos inconfundibles.
Es pequeña, con patas largas y las alas son del tamaño de su cuerpo, sus ojos son rojos al igual que su pico.
Pequeña zancuda de unos 30 a 35 cm de envergadura, de plumaje color blanco con mezcla de negro, gris y pardo, su cabeza presenta un corto pico rojo y en el extremo negro, un copete y a los lados están los ojos, pequeños y redondos. Cuando camina por el piso hace como algunas "agachadas".
Sus amplias alas están provistas de una espuelita de combate y en su parte superior poseen un fuerte espolón. Sus plumas son de color gris con reflejos violáceos, su pecho es blanco; sus patas y púas en las plumas, son rojas.
Las patas, muy largas y finas, son de color rojo. Terminan en cuatro dedos, dirigidos tres hacia adelante y uno muy corto hacia atrás.
Se hallan en bandadas, son muy sentidas y cuando se alarman, alzan vuelo lanzando un grito estridente y repetido. Y es frecuente que busquen campos abiertos que poseen buena visibilidad, ya que la vista juega un papel fundamental en su sistema de presas.
También se suelen hallar en grupos o en parejas en los caminos de tierra, a la vera de los mismos y hasta en las ciudades.
Se alimentan de insectos por cuya razón se la tiene en las huertas y jardines a los que también sirve de adorno. También se nutren de carne cruda.
En el campo molestan al caminante con sus gritos, cuidando de hacer estas manifestaciones lejos de los nidos para despistarle acerca de su ubicación. Anida en el suelo, realiza su primer postura en invierno, los huevos de esta ave son de color gris verdoso, con manchitas oscuras. Vuela en bandadas y emite gritos estridentes al levantar el vuelo.
Se distinguen por su grito particular, con el que parecen decir " teru-teru" y al cuál deben su nombre.
Utiliza la táctica del "falso nido", es decir que deja sigilosamente el nido real, y se coloca en otro sitio a empollar, para desorientar a sus enemigos naturales, en especial al carancho, del que huye rápidamente simulando abandonar el nido. Es muy cuidadoso de sus pichones y realiza vuelos rasantes sobre los que se acercan a ellos.
Su Alimentación
Fundamentalmente prevalece en su dieta el contenido animal, los restos vegetales y minerales probablemente son ingeridos junto con la presa, casi todas las presas son insectos (langostas, escarabajos, hormigas) vinculados con la tierra firme, es decir que los caza en sitios relativamente alejados del agua.
Su comportamiento de alimentación consiste en cortas carrera de tres o cuatro pasos, luego el ave se detiene y simultáneamente envía el picotazo dirigido hacia delante. Usa también el método del temblor de patas, maniobra con la que logra movilizar a las lombrices que están bajo tierra, y gracias a su fino sentido del tacto ejercido con los dedos consigue localizarlas hunde luego su pico en la tierra y las captura.
Conquista de la pareja
A veces se inician luchas entre machos, que continúan en el aire atacándose con el pico pero no con los espolones. Luego uno de ellos realiza un despliegue de atracción hacia la hembra revoloteando a su alrededor con la cola desplegada e inclinada hacia abajo, estirando la cabeza lo más alto posible.
También seduce el macho a la hembra con despliegues parecidos a vuelos de mariposas.
El nido es un hoyo apenas escarbado en la tierra, limitado por ramitas quebradas y unas pocas hierbas secas o tallos de otras plantas.
Nidificación
Puede empezar temprano, en el mes de junio cuando la estación es favorable.
El clima puede retrasar el comienzo de la estación de cría varios meses. Generalmente, en la época invernal, a partir de junio.
La misma pareja puede hacer dos o tres nidadas sucesivas en una temporada. Pues en ocasiones se han hallado pichones en el mes de octubre e incluso en noviembre, también en enero en tierras de pastos cortos y en cercanías de lagunas y charcas temporales.
Ponen cuatro huevos, el período de incubación es 26 días, lo huevos son de color oliva mate con manchas negras.
La Cría
El tero forma pareja y ambos miembros se ocupan del cuidado de la prole, a veces hay dos hembras por cada macho.
Durante la incubación son muy celosas y vigilantes, en esta época atacaran con furia a toda presa que se acerque al nido usando distintas tácticas, vuelos en picadas rasantes y gritos.
En la época de cría se vuelven agresivos y se agrupan frente a la vista del enemigo para confundirlo e impedir su ataque.
Los pichones se valen rápidamente por sus propios medios, aprenden a volar entre los cuarenta y cincuenta días.
Por lo general permanece en donde se ha reproducido, el tero de las pampas a lo sumo realiza migraciones locales cuando el ambiente se vuelve inhabitable.
En plena actividad
Aún cuando el sol no calienta los teros ya están caminando y picoteando.
También es frecuente que durante las horas de mayor calor se sienten con ambas patas replegadas contra el suelo, para el descanso nocturno la postura es de pie con la cabeza bajo el ala.
En ocasiones se hallan en bandada de hasta cuarenta individuos, suelen andar en pareja o en grupos de tres o cuatro a los que se los llama cuadrillas.
Su importancia para el Equilibrio Ecológico
La depredación que los teros realizan sobre los insectos cumple un papel importante en el control de plagas agrícolas, representa para la agricultura una reserva defensiva de valor inestimable.
Su Morfología
- Adultos: cabeza cuello y pecho superior gris ceniciento a gris azulado. Pico, iris y anillo alrededor de los ojos rojo. Larga y fina cresta occipital negra, que se extiende desde la frente hacia abajo.
Partes superiores grises. Zona escapular cobriza. Partes inferiores blancas. Cola blanca con una banda subterminal negra. Patas y espolones de las alas rojos.
- Jóvenes: babero más pardo. Sin negro en la frente ni anillo rojo alrededor del ojo.
- Pichones: dorso avellana con manchitas negras. Banda negra cruzando la nuca. Iris castaño. Líneas negras partidas en los flancos. Partes bajas blancas. Patas color gris plomo.
Fino copete. Pico recto. Espolones agudos en las alas. Tres dedos largos y el cuarto corto, opuesto a los anteriores.
Los jóvenes carecen de copetes y espolones alares.
Es un animal mediano, de poca altura, de aproximadamente 36 cm de longitud como máximo y tiene patas largas con tres dedos largos adelante y uno corto atrás.
Es guardián y muy gritón. Está siempre muy atento a todo lo que sucede a su alrededor y puede percibir ruidos desde muy lejos. Su grito es muy particular: Teru, teru!
LEYENDA: "Se cuenta del tero..."
Dicen que en lejanas épocas los teros eran señores muy ricos que desde hacía tiempo tenían instalado un negocio de ventas de ropas.
Ganaban mucho con sus ventas y tenían como principales clientas a las vizcachas, señoras bien coquetas que estrenaban trajes todos los días.
Los teros, que no sabían administrar lo que tenían, comenzaron a fiarles todo lo que les vendían. Ellas así seguían comprando y comprando y ellos, fiando y fiando.
Las deudas se hicieron tan abultadas, que los pobres teros sin poder cobrar esas enormes cuentas, se vieron obligados a cerrar el negocio, volviéndose "más pobres que una laucha", como dice el refrán. Sólo les quedaron los chalecos y las bombachas, que cuidaban muy especialmente caminando siempre derechitos para no ensuciarlas.
Cada vez que recordaban en las vizcachas se agarraban la cabeza y gritaban como locos. Habían pensado organizarse en parejas y llegar hasta sus cuevas para sacarles las telas o cobrarles las cuentas, pero ese día no llegaba nunca.
Entre tanto, a las vizcachas se les habían terminado los vestidos, ¡hacía tanto que no compraban! La verdad es que andaban tan rotosas t desarregladas que sólo salían de sus casas a la noche.
Los teros sabían que en ese momento podían encontrarlas y, cuando se aproximaban, bien enojados, gritaban fuerte: "¡Teruterú!, teré, Mi género... mi género, mi género!". Las vizcachas entonces huían a esconderse.
No querían ser vistas tan rotosas, tampoco el padre de ellas, que sentía mucha vergüenza y reprendía a su mujer y a sus hijas diciéndoles: "Vizcachas rotosas, no tienen vergüenza, no tienen vergüenza".
Desde entonces las vizcachas quedaron condenadas a salir de noche y los teros se quedaron con los chalecos negros y las bombachas blancas y lloraron mucho, por eso le quedaron los ojos enrojecidos para siempre.
Creencias populares:Entre las creencias, circula que cuando el tero canta, predice lluvia y también que su canto anuncia la visita de parientes.
Texto gentileza de: http://www.redargentina.com/